martes, 27 de mayo de 2008

Entre tantas estas vos, y yo, me abrazo a tu silencio que grita mi nombre.

Alejandra.

La Noche, El Poema.


Escribo con la ceguera desalmada con la que los niños arrojan piedras a una loca como si fuese un mirlo. En realidad no escribo: abro brecha para que hasta mí llegue, al crepúsculo, el mensaje de un muerto.

Hay palabras con manos; apenas escritas me buscan el corazón. Hay palabras condenadas como lilas en las tormentas. Hay palabras parecidas a ciertos muertos, si bien prefiero, entre todas, aquellas que evocan la muñeca de una niña desdichada.

Las muñecas son terribles. ¿Y por que no? Si lo es el animal, la piedra, el hombre. En el poema se desocultan las muñecas y otras cosas que son noche. El poema, la noche. ¿Conoces vos la noche?

La noche, pienso el silencio. La noche emerge de la muerte. La noche emerge de la vida. En la noche viven los faltos de todo.


Alejendra, Pizarnik, poesías completas, pag. 361, Editorial Lumen, diciembre de2003.


Las muñecas son difíciles, las mías son impías.
Alejandra, ¿vos hacia que cuidad marchaste?

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