viernes, 5 de diciembre de 2008

Diciembre.

El mes de la nieve, de la paz y los buenos deseos, el de la buenaventura, del saludo Mónica. ¿El último o el primero? Un mes, periodo, espacio de quiebre, ruptura con lo habitual. Un arrancarse de la conformidad cotidiana.
Para que los esclavos no estallen en revuelta y locura, de vez en cuando es preciso permitirles un vuelco ficticio y un cierto frenesí. Los pobres se ponen vestidos señoriales: los sobrios se atiborran; los abstemios se emborrachan. Así la ficción por un momento, muta en realidad y olvidamos. Los que pueden, los mass media.

Pero a mi lo que me atormenta es no encontrar la nieve, mi nieve. Niños, ¿a donde van? ¿No vieron mí nieve? Y, ¿a Santa?

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